Wernher Magnus Maximiliam
Von Braun: Un
hombre que hace historia
EEl
hombre sobre cuyas espaldas recaería toda la responsabilidad del magno proyecto
Apolo y prácticamente de casi todas las realizaciones técnicas que en materia de
vuelos espaciales desarrollara la N.A.S.A., había llegado a Norteamérica,
procedente de su tierra natal de Alemania, el mismo año en que terminó la II
Guerra Mundial.
Llevaba consigo un enorme bagaje de conocimientos sobre la tecnología de
los cohetes, adquirido durante sus experiencias en los centros de producción de
armas secretas del ejército germano. La afición a los cohetes era algo innato en
él, y ya desde muy niño había realizado toda clase de experimentos con estos
peligrosos artefactos, soñando siempre con la posibilidad de construir uno lo
suficientemente poderoso como para poder transportar al hombre a otros planetas.
Wernher Von Braun había nacido el
23 de marzo de 1912 en la localidad de Wirsitz, situada en Prusia Oriental, en
el seno de una aristocrática familia. Su padre, el barón Magnus Von Braun,
poderoso terrateniente y banquero, sería ministro de Agricultura en el gabinete
Von Papen, antes de la subida de Hitler al poder, y su madre, la marquesa Emmy
Von Quistorp, era una mujer de gran firmeza de carácter.
Desde niño, el joven Wernher ya se
sentiría inclinado hacia las ciencias del espacio pues su madre, gran entusiasta
de la Astronomía, le regaló un telescopio a los ocho años, cuando el muchacho
recibe la confirmación según el rito luterano. La atracción del joven hacia los
mundos lejanos se acrecienta cuando cae en sus manos el libro de Herman Oberth,
El Cohete en el Espacio Interplanetario, uno de los mejores tratados de
Astronáutica escritos en su época. Al tropezar con las numerosas fórmulas
matemáticas que se le hacen dificultosas de asimilar, acude al propio Oberth,
pidiéndole se las aclare.
El maestro rumano le aconseja que estudie a fondo esta
materia si quiere profundizar en la teoría de los vuelos espaciales, pues sin
unos buenos conocimientos matemáticos no le será posible adentrarse en los
secretos de la Astronáutica. El joven Von Braun, que ha sido expulsado de
un preestigioso colegio berlinés por sus deficientes calificaciones en
Matemáticas, se lanzará de lleno al estudio hasta conseguir graduarse en
Ciencias Físicas por el Instituto de Tecnología de Charlottenburg, mientras
sueña románticamente en lanzarse al espacio y explorar el Universo. Más tarde se
matricula en la Facultad de Astrofísica, donde comparte los estudios de las
teorías einsteinianas con las prácticas de lanzamiento de pequeños cohetes en la
Raketenflugplatz —Centro de Vuelo de Cohetes— de Berlín-Reinickendorf, lugar
frecuentado por los aficionados a las experiencias en ese campo y donde se
encontrará nuevamente con Hermann Qberth y los demás componentes de la
Asociación para el Desarrollo de la Astronáutica, recientemente constituida.
El entusiasmo que despliega el
joven Von Braun en todas las actividades relacionadas con los cohetes, atraerá
la atención del general Walter Dornberger, especialista de armamento para el
Ejército, que lo toma a su servicio como ingeniero civil y poco después, el 1 de
octubre de 1923, le encomienda la dirección técnica del Centro de Cohetes de
Kummersdorf.
A partir de entonces Von Braun,
que sólo cuenta veinte años de edad, se consagrará totalmente al estudio y
desarrollo de una nueva tecnología que, sin hacerle olvidar en ningun momento
sus sueños de servirse del cohete para viajar por los espacios interplanetarios,
dará a Alemania algunas de las armas más poderosas inventadas por el hombre.
La necesidad de mantener las
experiencias en secreto obligan a trasladar el terreno de pruebas a un lugar
apartado y es Von Braun el encargado de buscarlo. Tras varios intentos
infructuosos, finalmente, por sugerencia de su madre, se dirige a la
desembocadura del río Qder en el Báltico, donde encuentra la isla de Usedom y en
ella un lugar semidesértico adecuado para sus planes. Allí instalará el Centro
de Peenemünde, nombre tristemente célebre en la Historia de donde surgirán las
primeras bombas voladoras de gran potencia destructora, las V-2, que durante
unos cuantos meses aterrorizarán a los habitantes de Londres y otras ciudades
inglesas.
Von Fritsch, Jefe Supremo del
Ejército, promete su apoyomoral y material para la construcción de la nueva base
en Peenemünde donde continuarán las experiencias, y a este apoyo se suman los
jefes de la Luftwaffe, interesados también en el desarrollo de nuevas armas
aéreas. Las obras comienzan en 1936 y al año siguiente se efectúan los primeros
ensayos con los cohetes A-2 y A-3, que pronto serán relegados para concentrarse
exclusivamente en el desarrollo de una variante más poderosa: el A-4, que
finalmente se convertirá en la V-2.
A los tres años de funcionamiento,
cuando estaha la guerra, el Centro de Peenemünde ya ha incrementado su personal
técnico pasando de los 60 especialistas con que contaba en un principio hasta un
total de 300 entre los que se encuentran ingenieros, químicos y científicos de
todas las ramas que tuvieran aplicación en el campo de los cohetes. Tras varios
años de trabajos intensos y una serie de experiencias con motores más potentes
en los que había que probar las mezclas de combustibles más adecuados, se logró
un artefacto que lanzado el 3 de octubre de 1942 consiguió elevarse hasta 80 Kms.
de altitud cayendo a 191 kms. de distancia. El A-4 finalmente demostraba sus
posibilidades operativas y justificaba las cuantiosas sumas invertidas en su
realización.
Dornberger y Von Braun, eufóricos
ante el éxito obtenido, se esforzaron por conseguir una entrevista con Hitler
para exponerle los resultados de sus experiencias y son recibidos por el Führer,
en su Cuartel General de Rastenburg. Hitler se siente sumamente complacido por
los resultados de sus experiencias y les promete la máxima prioridad en todo lo
referente a la producción del A-4. Pero no todo van a ser facilidades y el 17 de
agosto de 1943, un bombardeo devastador se abate sobre Peenemünde, reduciendo a
escombros las instalaciones, destruyendo importantes documentos y acabando con
cerca de un millar de personas entre trabajadores y técnicos de la base. Tras
dos horas de bombardeo, Dornberger y Von Braun se esfuerzan por rescatar del
fuego lo que puede ser salvado y una vez hecho el recuento ven que los daños
materiales no son tan graves como se pensó en un principio. Las instalaciones
más importantes no han sido destruidas y el trabajo podrá volver a reanudarse en
unas pocas semanas.
Una vez que la situación recobra
la normalidad, los trabajos en el proyectil-cohete continúan, aunque ahora todo
el personal técnico de los laboratorios esté sometido a una estrecha vigilancia
por parte de la policía secreta alemana que no quiere arriesgarse a perder los
importantes secretos que se encierran en Peenemünde. Finalmente, el 6 de
septiembre de 1944 se dispara el primer artefacto que cae en el suburbio
londinense de Chiswick y a partir de entonces, los lanzamientos se sucederán
ininterrumpidamente hasta el fin de la guerra. Un discurso de Goebbels,
ensalzando las características de la nueva arma, darán a conocer a Von Braun y
sus colegas la nueva denominación oficial del cohete, que pasará a la Historia
bajo el nombre de V-2.
Cuando empieza a oírse, al otro
lado del Oder, el tronar de la artillería soviética, se ordena el
desmantelamiento de Peenemünde y la dispersión de sus instalaciones por diversas
zonas del país. Von Braun y el equipo técnico se establecen en Nordhausem a
comienzos de 1945. Cuando los rusos ocupan Peenemúnde el 5 de marzo solamente encuentran
una ciudad en ruinas, dinamitada por los propios alemanes en su retirada.
La guerra está prácticamente
terminada. En abril los americanos se aproximan a Nordhausem, donde siguiendo el
plan de operaciones llamado Ouercast tratan de apoderarse de todo el material
secreto posible y enviarlo a los Estados Unidos junto con un grupo de técnicos
especializados. Von Braun y Dornberger plantean a sus hombres la disyuntiva de
entregarse a los rusos o a los americanos y la mayoría acepta esta última
alternativa. «Es necesario dejar el bebé en buenas manos», dirá Von Braun y
reúne toda la documentación técnica posible, encerrándola en una vieja mina
abando
nada. En el mes de mayo finaliza
la guerra y el 15 del mismo, Von Braun entrega a las fuerzas americanas las
cajas con el preciado material. Es su salvoconducto para América. Al poco
tiempo. el director del centro de Nordhausem, con la mayor parte de sus
científicos y todo el material que se ha podido recuperar intacto, embarcan para
Norteamérica donde se encontrarán ya instalados para septiembre del mismo año;
sin embargo les costará algún tiempo adaptarse al estilo de vida americano y
hacer que se olviden los resentimientos de los largos años de guerra.
En febrero de 1946 hay ya más de
un centenar de especialistas alemanes en Fort Bliss, cerca de El Paso, donde se
inician las pruebas con los cohetes traídos del otro lado del mar, en un terreno
de lanzamientos situado a 120 Kms. de la frontera con Méjico. El antiguo sueño
de Von Braun, de utilizar los cohetes para la conquista del espacio, empieza a
convertirse en realidad. Al año siguiente, ya se confía plenamente en él y se le
encarga la dirección del centro experimental de cohetes de White Sands, situado
en el Estado de Nuevo Méjico, donde se llevarán a cabo las investigaciones sobre
toda clase de proyectiles teledirigidos.
Von Braun confía en poder realizar
sus fantásticos proyectos espaciales y presenta al Pentágono, en 1948, algunas
de sus ideas en esta materia. Entre éstas destaca la de instalar una estación
espacial, en forma de rueda y con 80 metros de diámetro, situándola a 1.700 Kms.
de la Tierra, así como la construcción de un gigantesco cohete de tres fases
capaz de llevar al hombre a la Luna y a Marte. Sin embargo, el entusiasmo del
joven científico no es compartido por las autoridades militares y se ve obligado
a continuar investigando en cohetes que serán utilizados para fines militares.
Para satisfacer las demandas del ejército, monta un cohete militar Wac-Corporal
sobre una V-2 y consigue alcanzar una altura de 415 Kms. nunca lograda hasta
entonces. A este éxito seguiría el del Redstone, el Viking, el Aerobee y
principalmente el del Jupiter-C, con el que los Estados Unidos podrán sacarse la
espina clavada por los Sputniks soviéticos, lanzando su primer satélite
artificial, el Explorer-1, el 31 de enero de 1958. El proyecto espacial
norteamericano al fin se ha puesto en marcha.
Consciente de que su vida
profesional va a estar vinculada a los intereses norteamericanos, Von Braun
decide estabilizar también su vida afectiva y en 1947, durante un corto viaje a
su país natal, contrae matrimonio con su prima Marie Luise von Quistorp, en
Landshut, una localidad de la Baja Baviera. A su vuelta a América se instalará
en Tejas, llevándose consigo también a sus padres y sus dos hermanos aunque unos
años más tarde, en 1953, los padres regresarán a Alemania sin haberse podido
aclimatar a las costumbres americanas. Von Braun conseguirá la ciudadanía de
este país en 1955, y mientras continúa sus investigaciones con los cohetes
militares escribe un libro, Proyecto Marte, en el que describe profusamente. El
libro es considerado «excesivamente fantástico» por los editores a los que lo
presenta y deben transcurrir algunos años más hasta que sea publicado.
En 1959, el presidente Eisenhower
le otorga la máxima distinción que se concede a un civil, por su aportación al
programa espacial americano. La euforia que reina en esos momentos por todo lo
referente a la Astronáutica, hará que la Administración se plantee nuevos
proyectos creándose la N.A.S.A. como organismo gubernamental encargado del
desarrollo y realización de los mismos. El proyecto más importante de todos será
el de situar
un hombre en la Luna y hacerlo
regresar a la Tierra, según palabras del Presidente Kennedy, en la década de los
60. Nacía así el Proyecto Apolo que absorbería toda la actividad Astronáutica
durante los años siguientes y para su realización se precisa la colaboración de
todos los técnicos en la materia con Wernher Von Braun al frente. Su misión será
la de diseñar y poner a punto un verdadero gigante del espacio: el monstruoso
Saturno V con potencia suficiente para poder enviar hasta la Luna una carga útil
de 45 toneladas. Para ello se le encomienda la dirección del Marshall Space
Flight Center, situado en Huntsville, Alabama, donde se llevarán a cabo todas
las fases de su construcción.
A pesar de los problemas
económicos a los que debe enfrentarse para poder llevar a cabo el gigantesco
proyecto, luchando constantemente con la reducción de presupuestos a que se ve
sometido, Von Braun consigue ver realizada su labor y será su Saturno V el
vehículo que traslade al hombre a la Luna en la histórica fecha del 20 de julio
de 1969, ante el asombro del mundo entero. Es el sueño de toda la vida del
científico germano que finalmente se realiza: los viajes por el espacio son una
realidad y el hombre no estará más limitado a la esfera terrestre... Ahora su
Proyecto Marte no parece tan «excesivamente fantástico» como unos años atrás...
Por desgracia, tras los
espectaculares éxitos obtenidos con el Proyecto Apolo, que culminarían en nueve
viajes de ida y vuelta a la Luna, en seis de los cuales se realizaron alunizajes
y exploraciones de la superficie, el interés por estas experiencias fue
decayendo y los presupuestos del Gobierno para las investigaciones en
Astronáutica irían reduciéndose progresivamente, llegando a producir-se el
cierre y desmantelamiento de muchas de las instalaciones. Las esperanzas de Von
Braun de ver realizados sus ambiciosos proyectos sufrieron un rudo golpe al ver
la fría acogida que tenían entre los dirigentes americanos y en 1972 abandonaba
la N.A.S.A. para ocupar el puesto de vicepresidente
en las Fairchild Industries, de
Germantown, en el estado de Maryland. Para su nueva actividad se instaló en
Alexandría, localidad próxima a la capital federal, donde residiría hasta el fin
de sus días, conformándose con mirar las estrellas a través de un pequeño pero
magnífico observatorio astronómico que se había hecho construir.
La popularidad conseguida por este
genio de la Astronáutica se manifestó con el rodaje de una película sobre su
vida: 1 Aim at the Stars (Destino las estrellas, 1960>, dirigida por J. Lee
Thompson. Se trataba de una coproducción entre Norteamérica y Alemania
Occidental, rodándose la mayor parte de la misma en Munich. Para encarnar la
figura del protagonista se buscó un actor, de nacionalidad germana naturalmente,
y la elección recayó en Curd Jurgens quien cumplió su cometido a la perfección.
Finalmente, una cruel enfermedad
que no perdona: el cáncer de colon, pondría fin a los días de Wernher Von Braun,
en un hospital de Alexandría, el 15 de junio de 1977. Víctima de esta cruel
enfermedad fallecía el hombre que había conseguido abrir el camino de la
Humanidad hacia las estrellas, dando firmemente los primeros pasos por el
Cosmos. Ahora dejaba tras de sí, como un desafío a sus seguidores, un ambicioso
proyecto: situar un hombre en el planeta Marte para el año 1982.
El
coloso norteamericano: Saturno-V
En
los Estados Unidos, el objetivo prioritario de su programa astronáutico quedaría
establecido por el Presidente Kennedy, al comprometer el esfuerzo técnico de la
nación en el ambicioso proyecto de enviar un astronauta a la Luna y hacerlo
regresar sano y salvo a la Tierra. El resultado de su propuesta sería la puesta
en marcha del Proyecto Apolo que durante la década de los sesenta sería el
centro de todas las actividades en materia espacial desarrolladas por la N.A.S.A.
En primer lugar había que contar
con un supercohete dotado de un potencial impulsor muy superior
a lo que se disponía hasta el momento, pues no era lo mismo colocar en órbita
terrestre masas de varias toneladas, como se habían conseguido con los vuelos
Geminis, que enviar una verdadera nave cósmica con sus tres tripulantes y el
módulo lunar hasta las proximidades de nuestro satélite. Intervenía la segunda
velocidad cósmica o de la liberación, la cual exigía unos niveles energéticos en
los sistemas de impulsión como no se habían conocido hasta entonces.
El equipo encargado del diseño y
puesta a punto de un artefacto que reuniera las condiciones requeridas se había
puesto a trabajar en el proyecto bajo la dirección de Von Braun, en el Marshafl
Spaceflight Center, de Huntsville (Alabama>, buscando un tipo de cohete
destinado a usos civiles exclusivamente, y sus primeros resultados ya en 1962,
se enfocarían hacia el que había de ser el máximo exponente de los grandes pesos
del espacio: el Saturno-V.
Tras diversas versiones
preliminares que fueron modificándose sucesivamente, se llegaría al modelo
definitivo: un gigantesco vehículo de 111 metros de longitud y 2.940 toneladas
de peso, cuya complejidad de fabricación se pone de manifiesto al pensar que
estaba constituido por cinco millones y medio de piezas. El resultado era un
vehículo lanzador de tres
fases capaz de colocar en órbita te rrestre 130 Tm. de carga útil o de enviar
hasta la Luna una nave de 45 Tm., lo que se ajustaba a las necesidades del
Proyecto Apolo.
El trágico accidente ocurrido
durante las pruebas en tierra del aparato antes de su primer lanza miento, en el
que perdieron la vida los tres astronautas Virgil Grissom, Edward White y Roge
Chaffee al incendiarse la cabina cl 27 de enero dE 1967 motivó el consiguiente
retraso en la puesta ¿punto final.
El primer vuelo se realizó el 11
de octubre dE 1968, si bien con una versión reducida de dos fases, denominada
Saturno-IB, que serviría principalmente para comprobar el perfecto
funcionamiento de los elementos propulsores. Sin embargo el mismo año, la
versión completa del Saturno-V tenía ocasión de demostrar sus
posibilidades poniendo en órbita lunar a la nave Apolo 8, tras despegar de la
Tierra el 21 de diciembre.
Desde entonces todos los vuelos de
las naves Apolo serían propulsados por un Saturno-V, e único cohete con
suficiente potencia para alcanzar la Luna.
El Saturno-V estaba compuesto por
tres etapas que debían proporcionar la velocidad de liberación al conjunto
formado por la astronave Apolo, compuesto por un módulo de servicio de 25 Tm.,
un módulo de mando de 5 Tm. y un módulo lunar de 15 Tm. En total 45 Tm. de peso
a las que previamente se colocaba en una órbita terrestre de aparcamiento, hasta
que la tercera etapa del Saturno-V entrada en acción y enviaba a la nave cósmica
hacia la órbita lunar.
La primera etapa S-IC estaba
constituida por 5 motores Rocketdyne F-1, alimentados a base de oxígeno líquido
y queroseno, cuya combustión duraba 150 segundos produciendo un empuje total de
3.400 Tm. El conjunto ocupaba una estructura cilíndrica de 46 metros de longitud
por 10 de diámetro en la que se alojaban los depósitos para almacenar las 2.106
Tm. de propergol. El sistema motor estaba constituido por un elemento central y
cuatro motores exteriores en racimo montados en forma orientable a fin de
estabilizar la dirección del cohete durante su trayectoria ascendente.
La segunda etapa. S-H se compone
de cinco motores J-2, también Rocketdyne, que utilizan hidrógeno y oxígeno
líquidos como propergol. Su encendido se produce cuando el vehículo ha alcanzado
los 60 Km. de altura y durante los 359 segundos que están en acción le
proporcionan un empuje total de 520 Tm. que debe bastar para colocar a todo el
conjunto en una órbita terrestre a 185 Km. de altitud. Esta segunda etapa se
encuentra alojada en un cilindro de 25 m. de largo por 10 de diámetro y almacena
447 Tm. de propergol en sus depósitos, que como en las restantes etapas, se
desprenderán del conjunto, aligerando su peso. una vez finalizada la combustión.
La tercera etapa, el SIV-B, consta
de un solo motor J-2, que se enciende durante dos minutos, consumiendo hidrógeno
y oxígeno líquido y proporcionando un empuje de 91 Tm. a la astronave Apolo que
abandona la órbita terrestre para dingirse hacia la Luna a una velocidad de
40.000 Km./h. Esta velocidad se irá reduciendo constantemente hasta que la nave
alcance el punto neutro de atracción entre la Tierra y la Luna, a partir del
cual se verá acelerada nuevamente por la gravedad lunar hasta situarse en su
órbita. La tercera etapa tiene unas dimensiones de 17,80 metros de longitud por
6,60 de diámetro, consumiendo 120 Tm. de propergol durante su período de
combustión.
Aparte de los once motores
principales que accionan sus diferentes etapas, el Saturno-V dispone de otros 30
motores auxiliares que actúan como estabilizadores de dirección y permiten
controlar en todo momento la trayectoria del poderoso vehículo. Además de las
misiones a la Luna con las naves Apolo se ha utilizado posteriormente en los
lanzamientos del laboratorio espacial Skylab ofreciendo siempre unos resultados
plenamente satisfactorios.
Todas las operaciones de
fabricación y montaje de estos colosales artefactos se realizan en un edificio
especialmente construido para este fin en Cabo Kennedy (Florida), el VAB o
Vertical Assembly Building que tiene el honor de ser, por sus dimensiones, el
más grande del mundo ya que ocupa un volumen superior al de la Gran Pirámide de
Cheops. Su estructura básica es un enorme cubo de cemento y acero, eminentemente
funcional, con unas medidas de 160 m. de altura, y 183 x 213 de superficie, en
el que pueden albergarse cuatro Sc turnos-V en posición vertical durante todo el
proceso de su ensamblaje.
Una vez concluida esta fase, el
enorme cohete junto con la respectiva torre de lanzamiento se encuentra montado
encima de una plataforma móvil, el crawler transporter, que será la encargada de
trasladar toda esa enorme masa hasta el lugar asignado en un punto de la Isla
Merrit. El crawler, accionado por potentes motores diesel, puede transportar
cargas de hasta 5.500 Tm. a una velocidad de 1,5 Km./h. invirtiendo como mínimo
seis horas en llegar al punto de destino: el pad 39k o área de lanzamiento de
los Apolos, situado a 5,5 Km. del VAB. Curiosa paradoja la de que el vehículo
más veloz del mundo, el Saturno-V, se vea forzado a esta lentísima marcha en los
primeros kilómetros de su camino, pero el mundo de la técnica ofrece estos
singulares contrastes con gran frecuencia.
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me parese un bn trabajo sobre todo en el viaje espacial :)
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